domingo, 13 de marzo de 2016

Reflexiones de una responsable de terapia familiares

¡Hola! soy una de las responsables de terapia de familiares (en aquellas fechas se realizaba el viernes en lugar del lunes como ahora) y me gustaría compartir con vosotros el testimonio que expuse en una de las jornadas Aragonesas de información Alcohólica que se celebraron en Zaragoza, para que podáis tener una visión de los sentimientos y reacciones que tenemos los familiares frente a este gran problema.

Después de suprimir la presentación el testimonio continua así:

Las  ideas bullían en mi cerebro pero no sabía cómo entrelazarlas, como expresar en palabras el estado de ánimo en el que nos encontramos los familiares de los enfermos, las emociones y sentimientos que tras sufrir un calvario en solitario, por fin llegamos a la Fundación, logramos cruzar ese pasillo interminable que miramos con tanto recelo y nos encontramos con personas con nuestro mismo problema, que comprenden nuestra rabia, frustración, vergüenza, decepción, desilusión; lo destrozados que nos sentimos, por fin podemos hablar con alguien del “Secreto de familia”. Este era un problema muy complicado y difícil de resolver, estas emociones verdaderamente, solo se pueden comprender cuando se han sufrido personalmente.

Con este tema corría el peligro de convertir mi exposición en una terapia, pero creo que esto tampoco es perjudicial, ya que con el paso del tiempo estos sentimientos tan fuertes, se van diluyendo, nos relajamos y no estamos tan angustiados, dejamos en un rincón muy profundo los problemas que tuvimos, para así poder seguir hacia delante, y creo que es conveniente recordar cómo nos encontrábamos cuando llegamos, para así poder ayudar a los  recién llegados. En el alcoholismo es tan importante la atención al enfermo como a su familia.

La situación en la que nos encontramos cuando llegamos a la Fundación es muy complicada, en muchos casos con grandes contradicciones; por una parte el amor que os tenemos es tan fuerte que nos pone una tupida venda en los ojos que nos impide ver el problema, hasta que este es de tal magnitud que ni el más opaco de los tejidos es capaz de ocultarlo. Somos los últimos en darnos cuenta de lo que pasa aunque sea evidente. En otros casos, porque no decirlo, se cierra los ojos a la cruda realidad que tanto nos mortifica, esto es el mecanismo de la negación, aparentando que todo va bien, justificando ante los demás algunos de los comportamientos de nuestros familiares, encubriendo los problemas y responsabilizándonos de su bienestar, nuestra vida gira alrededor del enfermo, nos hemos obsesionado tanto con el problema que hemos descuidado y abandonado nuestra propia vida personal llegando a ese tipo de dependencia emocional que se conoce como co-adicción que atrapa al familiar en un círculo vicioso similar al del adicto. Con esta actitud no ayudamos,, nos hacemos por así decirlo cómplices de su enfermedad contribuyendo a perpetuarla, constituyendo una barrera que dificulta y retarda la  entrada en la Fundación y la esperada recuperación.


Para desesperación nuestra, el gran esfuerzo que ha costado traer a nuestros familiares a la Fundación no soluciona todos nuestros problemas, no es más que el principio de un largo camino,  las soluciones rápidas y milagrosas no existen, la recuperación es un proceso arduo y difícil, con altibajos, hay que seguir teniendo mucha, muchísima paciencia, la solución llegará pero a largo plazo, con mucho trabajo y porque no decirlo en algunos casos con más sufrimiento.

Lo mejor cuando comenzamos el camino de la rehabilitación es aplicar un lema que se trasmite en terapia año tras año, hacer borrón y empezar de nuevo, más tarde, cuando la abstinencia esta en parte consolidada curaremos las  graves heridas sufridas.

Lo primero que hay que comprender es que el alcoholismo como todas las drogodependencias es una enfermedad, no un vicio, no dejan el alcohol no porque no quieran, sino porque no pueden, por lo tanto, ni las personas que lo padecen ni los que están a su alrededor lo han buscado conscientemente, de modo que no hay culpables. Una vez que ya hemos comprendido esto, lo más importante ya está hecho.

En bastantes casos el único que acude a los Grupos es el familiar, ya que el enfermo no está dispuesto a ir al suyo, bien sea porque todavía no tiene asumida su enfermedad o porque aunque sepa de su dependencia, piensa que él solo, puede solucionar el problema, craso error, la mayoría de los que se encuentran en esta sala lo intentaron y no lo consiguieron.

Entonces empieza una doble tarea para el familiar:

- Primera acudir a su Terapia para poder seguir adelante, comprender la situación y sobrellevar la enfermedad.

- Segunda y más difícil, intentar inculcar a la otra persona lo aprendido cada día y que comprenda que su recuperación pasa por acudir el también a la Fundación, pues está más que comprobado que la asistencia a los Grupos y el venir asiduamente a esta nuestra Casa, son piezas fundamentales en el complicado engranaje que constituye la recuperación de un enfermo alcohólico.

A lo largo de esta larga guerra contra el alcohol podemos perder alguna batalla, esto no hay que considerarlo un fracaso rotundo, debemos analizar la situación, aprender de ella y seguir hacia delante.

Por fin todo se encuentra en el buen camino y comienza a ir sobre ruedas, la vida se normaliza, ¡es maravillosa!, tenemos en nuestras vidas un marido o mujer, un hijo o hija, un hermano o hermana, que en muchos casos no habíamos conocido sin el alcohol, esta situación es nueva para nosotros, los momentos de tensión extrema se suavizan, pasamos de estar tirando continuamente del carro a tener que delegar responsabilidades. Las dudas nos martillean la cabeza, no encontramos nuestro sitio, no sabemos dónde estamos, debemos de empezar a confiar tareas que teníamos muy arraigadas, y esto nos cuesta mucho, después de tantas decepciones, no nos atrevemos, no sabemos cómo van a responder, pero a pesar de esto debemos hacerlo, tienen que empezar a aceptar su rol en la vida y asumir sus propias responsabilidades.

Con frecuencia, cuando nuestro familiar deja de beber, la tensión tanto tiempo mantenida, fruto del esfuerzo sostenido,, deja paso a un gran vacío que no sabemos cómo llenar y que en ocasiones, si no estamos alerta, puede desembocar en una depresión. Ha llegado el momento en el cual debemos trabajar por nuestra propia recuperación como personas, levantar nuestra autoestima que esta por los suelos y luchar por nuestras propias metas. 
Un proceso importante de la recuperación es el aprender de los errores y de las equivocaciones, estas nos enriquecen como persona, pero también no hay que olvidar que estos errores tienen consecuencias que repercuten en nuestros seres queridos, y que en algunos casos estas son graves, hay que intentar en la medida de lo posible minimizar estos daños, sobre todo en las sujetos más indefensos, (los hijos).

Una vez que el enfermo ha alcanzado un tiempo razonable de abstinencia, debe empezar a trabajar en el crecimiento emocional, no nos debemos conformar solo con que deje de beber, ha llegado el momento de curar las heridas que nos hemos infringido, una tarea que quedo durante la rehabilitación relegada a un segundo plano, pero que debemos retomar ya que las heridas que cicatrizan mal con el tiempo afloran con más virulencia.

Lo que he pretendido con esta reflexión es reivindicar  una de las tres patas del taburete que tenemos en la sala de Terapias sobre la que se sostiene la recuperación del enfermo: LA FAMILIA. Juntos, unidos, podemos hacer frente a cualquier problema que surja. Podemos curarnos mutuamente y conseguir salir de este pozo que es el alcohol. La unión hace la fuerza.

Sé que me habré dejado muchas cosas en el tintero, otras no habrán sido del agrado de algunos, pero estas son las conclusiones a las que he llegado tras casi cinco años de ser una de las responsables del Grupo y lidiar viernes tras viernes con estos problemas.

Como no podía ser de otra manera aprovecho esta oportunidad que me habéis brindado, para agradecer de todo corazón a la Fundación el que nos haya devuelto a mí marido, estamos en deuda con todos vosotros, y por mucho que vivamos nunca podremos saldarla.

De esta manera termino mi exposición. Espero de verdad que os ayude a los que no la escuchasteis en ese momento y a los que si lo hicisteis os recuerde los sentimientos que embargan a los familiares en esta dura batalla.

Un saludo.

Esperamos vuestros comentarios.








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