martes, 5 de abril de 2016

Los desfases sexuales del alcoholismo


Los desfases sexuales del alcoholismo




Una droga muy común en los espacios de ocio nocturno es el alcohol. La relación entre esta droga y los abusos
sexuales ha existido desde años atrás, por esta razón la Fundación de Salud y Comunidad puso en marcha una
iniciativa para su estudio hace 15 años. El proyecto Noctambul@s es también reconocido como el Observatorio
cualitativo que estudia la interacción entre la violencia de género y las drogas.

El trabajo financiado por el Plan Nacional sobre Drogas, presentó un primer proyecto en 2014 y los nuevos
resultados de la segunda fase de observación de 2014-2015 se han puesto de manifiesto en la última jornada
«Reto en la intervención frente a las violencias sexuales contexto de ocio y consumo de drogas»,
que tuvo lugar Madrid el 23 de febrero.

Seis conclusiones sobre los efectos de las drogas y las agresiones sexuales:

Las drogas despiertan la violencia sexual.

Esta evidencia se debe al incremento de mujeres agredidas sexualmente por el consumo de drogas en el
contexto europeo.

Las agresiones sexuales premeditadas son minoritarias.

En España la mayoría de las agresiones sexuales se producen con una persona inconsciente, como víctima
debido al consumo voluntario de sustancia que comúnmente es el alcohol.

La alarma de la «sumisión química» relaciona de nuevo el consumo de sustancias y las conductas violentas.

Aunque el consumo previo de sustancias pueda detonar relaciones sexuales con violencia, es relevante señalar
que la violencia sexual encuentra sus raíces en el sexismo y en la cultura sexual de hombres y mujeres.

El consumo de drogas no convierte a los hombres en agresores sexuales en potencia ni a las mujeres en
víctimas.

Según el informe, sí así fuera, las mujeres que también consumen también agredirían sexualmente. De esta
forma, no se puede crear la relación de ficción de consumo de sustancias y agresiones sexuales.

La violencia sexual es uno de los principales riesgos que tienen las mujeres cuando salen de fiesta.

Las mujeres consumen tanto como los hombres cuando salen a divertirse pero el efecto de este consumo no
está relacionado con los mismos efectos, por está razón los riesgos son muy diferente entre ellas y ellos.

Los discursos preventivos deben redirigirse urgentemente hacia chicos jóvenes.

La mayoría de las campañas preventivas son dirigidas a chicas jóvenes para que controlen su comportamiento,
pero pocas van destinadas a los chicos para que tomen una postura ética y no sexista en contextos de ocio
nocturno.



¿Se hereda el alcoholismo?


MEDICINA Y SALUD 

¿Se hereda el alcoholismo?:

El azúcar tiene la respuesta

Enrique Coperías

A principios de los noventa, Kenneth Blum, de la Universidad de Texas, y Ernest P. Noble, de la Universidad de California en Los Ángeles, anunciaron a bombo y platillo el descubrimiento de una conexión genética entre el alcoholismo y una versión mutante del gen que dirige la síntesis del receptor de la dopamina 2 (DRD2), un neurotransmisor cerebral. Por fin, el mecanismo de la herencia de esta terrible enfermedad empezaba a ver la luz, y corroboraba la idea nacida en los años setenta de que la adicción al alcohol corre por familias, es decir que pasa de padres a hijos.




Pero la alegría duró bien poco, tanto para los investigadores como para los esperanzados enfermos alcohólicos. Así es, investigaciones posteriores revelaron que el mismo fragmento de ADN guardaba relación con otras muchas enfermedades: el autismo, el síndrome de Tourett, la adicción y la hiperactividad infantil. Por tanto, no podía ser la clave genética del alcoholismo. Algunos científicos sugieren que el gen DRD2 podría modular la severidad de la crisis alcohólica en lugar de desencadenarla.

Algo similar ha ocurrido con otros genes candidatos, pero este hecho no ha desalentado a los cazadores de genes, sobre todo ahora que elgenoma humano ha sido descifrado. No cabe duda de que el hallazgo de uno o varios genes implicados en la aparición de la adicción al alcohol sería recibido con honores por parte de la comunidad científica. Las razones son bien patentes.

En primer lugar, el gen alcohólico permitiría el desarrollo de pruebas de ADN. Bastaría pues una muestra de sangre para esclarecer en cuestión de horas si una persona es susceptible de caer en la bebida. De ser el resultado positivo, los médicos podrían tomar medidas preventivas de forma eficaz para impedir que el paciente caiga en la fatal tentación. 

En segundo lugar, ayudaría a comprender el papel de los factores socioculturales y ambientales que son críticos en la aparición delalcoholismo. "A diferencia de la mayor parte de las sustancias susceptibles de ser objeto de abuso por sus efectos sobre la esfera psíquica, que pueden ser nocivos a cualquier dosis, el consumo moderado de alcohol no es perjudicial para la mayor parte de las personas sanas e incluso podría tener efectos beneficiosos para la salud", asegura el doctor José María Laredo-Quesada, jefe de Sección del Aparato Digestivo del Hospital Clínico San Carlos, en Madrid. Sin embargo, hay muchas personas -añade este especialista- que por razones genéticas, culturales, ambientales o de otro tipo pierden su capacidad de controlar el consumo de alcohol y desarrollan una dependencia, el alcoholismo, que es hoy un problema social en todo el mundo. No hay que olvidar que la ingesta abusiva de alcohol constituye una lacra del siglo XX e interviene directamente en el desarrollo de patologías que pueden ir desde la cirrosis, hasta el coma etílico e incluso la muerte. 

Por otro lado, como señalan los expertos, el alcoholismo constituye un factor de riesgo que incrementa la violencia doméstica, los accidentes de tráfico y demás situaciones derivadas de la pérdida de control por parte del bebedor.

En un artículo publicado en Medicina Clínica por F. Javier Álvarez y M. Carmen del Río, del Departamento de Farmacia de la Facultad de Medicina de Valladolid, puede leerse lo que sigue: "Sólo por citar algunos datos, entre los conductores de vehículos, casi el 65 por 100 son bebedores habituales, y el 17 por 100 consume una media diaria de 80 gramos o más de alcohol. Entre las personas fallecidas en accidentes de circulación, en el 50,5 por 100 de los casos se detecta alcohol, siendo en más de la tercera parte, las concentraciones de alcohol en sangre superiores a 0,8 gramos por litro".

En tercero y último lugar, con los genes en sus manos, los científicos tendrían una oportunidad única para desarrollar nuevos tratamientos basados en los mecanismos fisiológicos de la adicción al etanol.

Nada de esto ha sido posible hasta la fecha: encontrar los fragmentos genéticos que gobiernan una conducta humana es como buscar una aguja en un pajar. La cosa se complica aún más, si se tiene en cuenta que nuestro ADN interactúa con el ambiente de una forma difícil de desbrozar. Los genetistas del comportamiento lo saben. No obstante, la nueva esperanza ha surgido durante la última reunión de la Sociedad de Neurociencias estadounidense, que se ha celebrado esta semana en Nueva Orleans. 

El psiquiatra David Overstreet y sus colegas de la Universidad de Carolina del Norte, en Chapel Hill, presentó un interesante informe que relaciona el alcoholismo con la herencia. Trabajando con un grupo de 19 parejas de hermanos gemelos, el doctor Overstreet ha descubierto que existe una tan asombrosa como perversa correspondencia, siempre en hombres, entre el apetito por los dulces y la tendencia al alcoholismo. Y todo ello vendría determinado por la genética. "Hace varios años, encontramos la primera evidencia clínica que relacionaba la apetencia por los sabores dulces y el alcoholismo en un estudio en el que hacíamos probar a un grupo de voluntarios azúcar diluido en agua en diferentes concentraciones", dice Overstreet. Y continúa: "En este nuevo ensayo, nos hemos encontrado con que, a pesar de que lleven estilos de vida diferentes, los gemelos siguen compartiendo sus preferencias por el azúcar y el alcohol".

En palabras de este psiquiatra, los hermanos siempre mostraban respuestas emocionales similares ante la ingesta de dulces. En los cuestionarios, los gemelos coincidían en afirmaciones como la que sigue: "tener algo dulce que echarme a la boca me hace feliz".
Ninguna de las personas que han participado en el estudio es alcohólica, como señala Overstreet. "Ahora bien, los individuos que manifestaron beber más alcohol en determinadas ocasiones y que tenían más problemas con la bebida, también confesaron que eran incapaces de controlar la ingesta de alimentos dulces, sobre todo cuando estaban nerviosos o deprimidos. El azúcar era su salvación para sentirse mejor", explica este psiquiatra, miembro del Skipper Center for Alcohol Studies.

El nuevo estudio viene a complementar otras investigaciones llevadas a cabo previamente en roedores. En éstas se demostró que era posible predecir la predisposición al alcoholismo según el gusto por el azúcar: los ratones que mostraban más apetito por las soluciones más azucaradas tenían una mayor propensión al consumo de alcohol. Similares conclusiones pueden sacarse de otro ensayo, pero esta vez con dos grupos de humanos: 20 alcohólicos abstinentes y 37 no alcohólicos. A unos y otros se les invitó a probar cinco soluciones con diferentes grados de dulzura. Pues bien, el 60 por 100 de los alcohólicos se decantaron por las bebidas más dulces, frente al 16 por 100 de los abstemios.

¿Cómo se explica este vínculo entre el azúcar y el etanol? No es fácil. "El gusto por lo dulce es una reacción básica de placer que se observa en los humanos y otros animales inmediatamente después de nacer", dice el doctor Alexey Kampov-Polevey, de la Mt. Sinai School of Medicine, en Nueva York. Es más, el líquido amniótico tiene un sabor dulzón. "Una perturbación en la respuesta placentera hacia los dulces puede reflejar una disfunción del sistema cerebral de reforzamiento positivo, que también está involucrada en el desarrollo del alcoholismo", señala el doctor Kampov-Polevey.

No cabe duda de que es muy probable que los hallazgos de Overstreet puedan acabar siendo de gran utilidad en la práctica clínica, para tratar a los enfermos alcohólicos. Mientras tanto, millones de personas en el mundo siguen regando sus genes con etileno, sin pensar que quizás éste pueda ahogarles: cada español consume por término medio casi 11 litros de alcohol por año.

Silencio




Silencio

No digas nada. No preguntes nada
No interrogues si no es con la mirada
Y que un silencio sin fin sea tu escudo
Y a la vez tu más afilada espada.

Si te caes  diez veces te levantas
Otras diez, otras cien u otras quinientas.
No han de ser tus caídas tan violentas
Ni tampoco, por ley, han de ser tantas

No te des por vencido, ni aun vencido.
No te sientas esclavo, ni aun esclavo
Lleno de pavor, créete bravo
Y ataca con valor, embravecido

Ten el tesón del clavo enmohecido
Que ya viejo y ruin, vuelve a ser clavo
No la cobarde estupidez del pavo
Que amina su plumaje al menor ruido

Los que vierten sus lágrimas amantes

sobre las penas que no son sus penas;
los que olvidan el son de sus cadenas
para limar las de los otros antes;



Los que van por el mundo delirantes
repartiendo su amor a manos llenas,
caen, bajo el peso de sus obras buenas,
sucios, enfermos, trágicos,... ¡sobrantes!



¡Ah! ¡Nunca quieras remediar entuertos!
¡Nunca sigas impulsos compasivos!
¡Ten los garfios del alma siempre activos
los ojos del juez siempre despiertos!


                                                  ¡Y al echarte en la caja de los muertos,
                                                    menosprecia los llantos de los vivos!



Gracias Manuel esperamos mas aportaciones como esta preciosa poesia.